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Un año de educación sin celulares

Un año de educación sin celulares

Hace un año, el Colegio Hacienda Los Alcaparros se unió a la iniciativa liderada por la Unión de Colegios Internacionales (Uncoli) para restringir el uso de celulares durante la jornada escolar.

Una decisión que, en un principio, despertó dudas, pero que hoy muestra resultados claros: mayor concentración y participación lo que se refleja en una mejor convivencia entre los estudiantes.

Cada mañana, los estudiantes dejan sus teléfonos en cajas individuales al entrar al salón de clase, y los recuperan al final del día.

Lo que comenzó como un gesto simbólico se ha convertido en una práctica que ha transformado la dinámica cotidiana dentro del colegio: más atención, más conversación y más conexión con el entorno natural y humano.

 

“Ellos mismos sienten la diferencia entre estar todo el día conectados a un celular y conectarse con seres humanos, con sus amigos, con la naturaleza, en este colegio que está lleno de árboles, con las actividades deportivas… volver a ser seres humanos.”

— María del Pilar Díaz, docente de noveno y décimo grado.

 

Un proceso construido en comunidad

La implementación no fue una imposición inmediata. Como explica la rectora Rosita Caro, fue un proceso dialogado entre estudiantes, docentes y familias:

“Fuimos abriendo el camino, no poniendo la norma de una vez, sino conversando con ellos. Los padres hablaron con sus hijos, y cuando inició el nuevo año, la norma ya era parte de la vida escolar.”

Hoy, la experiencia demuestra que educar implica acompañar los hábitos digitales con conciencia, equilibrio y propósito.

 

Resultados que confirman el impacto

Un estudio realizado por la Universidad de Stanford, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en conjunto con Uncoli, analizó los efectos de esta medida en 25 colegios de Bogotá.

Con más de 11.000 encuestas y 137 entrevistas en profundidad, los resultados preliminares son contundentes:

  • 61 % de los docentes reporta una mejora en la concentración de los estudiantes.
  • 52 % nota mayor participación en clase.
  • 66 % ha observado más interacción social y actividad física en los recreos.
  • Además, se identifican menores niveles de ansiedad y distracción.

Estos datos respaldan lo que nuestra comunidad ha vivido de manera cotidiana: cuando los estudiantes están presentes, aprenden con más profundidad y disfrutan más del proceso educativo.

 

Educar para el equilibrio digital

Esta decisión no busca alejar a los jóvenes de la tecnología, sino enseñarles a relacionarse con ella de forma consciente y saludable.

Como señala Ana María Saavedra, investigadora de la Universidad de Stanford:

“No buscamos satanizar la tecnología, sino entender cómo usarla de manera más saludable.”

Aprender a desconectarse también es una forma de cuidar la mente, el cuerpo y los vínculos.

 

Una comunidad más presente

Hoy, los pasillos se llenan de conversaciones, los recreos de juegos y risas, y las aulas de atención plena.

Las familias y los docentes coinciden en que esta medida ha fortalecido la convivencia, la calma y la capacidad de los estudiantes para enfocarse y disfrutar el aprendizaje.

 

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